doblellave.com
16 diciembre, 2015
Opinión experta de Raymond Orta
La seguridad electrónica se ha blindado al tiempo que la intervención humana hace posible la obtención de datos claves
Anteriormente, los delitos bancarios se concretaban a través de la clonación de tarjetas, con la migración al chip esto se redujo considerablemente y los estafadores tuvieron que reinventar los procesos y desarrollar un modelo logísticamente organizado que actualmente, según explica el especialista, opera desde dos modalidades distintas en las que influyen considerablemente las costumbres del ciudadano.
Los trámites bancarios son cada vez más sencillos a medida que se adaptan a la tecnología en constante evolución, sin embargo esta facilidad ha despertado en analistas y usuarios intriga por cuan seguros son. Los organismos financieros han diseñado innumerables protocolos de seguridad para evitar delitos informáticos en la banca, constantemente generan recomendaciones al usuario para proteger sus activos. No obstante continúa existiendo vulnerabilidad al cibercrimen.
El especialista en delitos informáticos Raymond Orta, abogado en derecho procesal y asesor de la Sociedad Americana de Examinadores de Documentos Cuestionados (ASQDE, por sus siglas en ingles), explicó a la redacción de Doble Llave que estos delitos en la banca han ganado terreno a medida que más personas convergen en los procesos financieros y significan el eslabón más débil de la cadena, es decir, que “es el factor humano el más influyente en la actual propagación de los fraudes bancarios”.
Orta, también científico forense, asegura que los “protocolos de seguridad en la banca nacional responden a la rigurosidad necesaria y cumplen con lo impuesto por Sudeban para ofrecer un cerrojo que puede parecer pequeño pero se traduce a una estrategia tecnológicamente impenetrable”, lo que ha obligado a los cibercriminales a recurrir al factor humano más que a la tecnología misma.
La primera de ellas relacionada en gran medida a la facilidad con la que se adquieren las líneas telefónicas en Venezuela. Y es que el crecimiento delictivito general ha obligado a que se instale un lugar común en la sociedad que responde a las “continuas solicitudes de los usuarios para activar una línea telefónica ya asignada a un nuevo equipo, bien sea porque la anterior fue hurtada o porque es necesario un cambio de chip por la evolución tecnológica”.
Tal acción le permite a los estafadores, con una cédula de identidad falsa y algunos datos fáciles de constatar para quienes se dedican al cibercrimen, “hacerse de las líneas telefónicas para luego en los movimientos online solicitar se les reenvié la información necesaria para acceder a las cuentas, alegando haber olvidado las claves”. Por ello es importante vincular la pérdida de una línea telefónica con un eventual delito informático en la banca.
Por otro lado se ha desarrollado una segunda operación fraudulenta que también se apalanca en el documento de identidad falsificado. Se trata de aquellos cibercriminales que tras una profunda investigación obtienen datos sobre los productos financieros del usuario, y asisten al banco para abrir una nueva cuenta asociada a la identidad de la víctima y a los productos que dispone en esta institución.
Tras la creación de una nueva cuenta expiden una tarjeta de débito con la que se realiza una vinculación a la cuenta real de la víctima y se procede a transferir el dinero de una cuenta a otra, resultando en el hurto total o parcial de los activos del usuario.
Partiendo de estos nuevos modus operandi de la ciberdelincuencia, Raymond Orta recomienda rediseñar los componentes de seguridad presentes en el documento de identidad de cada venezolano, ya que es éste el punto de partida de diversos delitos informáticos en la banca. Enfatiza en que “de los diez elementos de seguridad presentes en los billetes circulantes de la economía nacional, sólo uno es utilizado en la cédula de los ciudadanos”.
Es importante que no se despegue de su documento de identidad ni sus productos bancarios, igualmente actualice con frecuencia los datos que proporcionamos a las entidades bancarias para recibir la información pertinente respecto a todo movimiento que se tramite desde las tarjetas de débito, crédito o chequeras, enfatizó Orta.
De la misma manera el abogado asegura que es vital, para minimizar los delitos electrónicos, aumentar el control interno de los funcionarios que manejan los datos de los clientes o usuarios de la banca. Asegura que en múltiples casos los cibercriminales reciben de manos de estos empleados la información necesaria para hacer posibles los fraudes antes descritos, revalidando la teoría de que las actuales estafas bancarias son posibles gracias a fallas humanas.
Es por ello que es importante entender que la seguridad bancaria se construye de pequeños y sencillos procesos adaptados para que cada ciudadano esté en la capacidad de garantizar su seguridad. Orta recuerda las principales consideraciones que debe tener todo usurario, “desde no iniciar movimientos online con ningún URL ajeno al sitio web de la entidad bancaria, hasta no realizar transacciones en páginas que no tengan el candado que asegura se trata de una operación segura”.
Además con especial énfasis invita a “diseñar claves que no coincidan con datos personales del usuario, cédula, fecha de nacimiento, número telefónico o patrones numéricos continuos”. Las claves son la llave de nuestra seguridad física y electrónica, por ello el especialista Orta nos ofrece “Los diez mandamientos del password”, reiterando la invitación a ser responsables de nuestra propia seguridad.
http://www.doblellave.com/cedulas-son-la-llave-de-estafas-bancarias/