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Crece la tendencia de desprestigiar a los demas en Internet

20 de enero de 2008

eltiempo.com (Colombia)

Cuando una foto o un video llega al ciberespacio, se convierte en una especie de bola de nieve que crece y crece a su paso, y que nadie puede detener.

Pero lo más grave es que en Colombia, y en el mundo, no existe legislación que permita emprender medidas judiciales contundentes contra los autores de estas acciones.

«Solo podemos intervenir cuando se incurre en pornografía infantil», cuenta el mayor Freddy Bautista, coordinador de la Unidad de Delitos Informáticos de la Dijín.

Según esa Unidad, Colombia está viviendo, desde el año pasado, un auge generado por comunidades virtuales como Facebook, Hi5, MySpace y Sonico, donde la intimidad se vuelve vulnerable cuando las personas se inscriben a grupos a los que cualquiera puede acceder sin ningún obstáculo.

«Tomar una foto de allí y hacer con ella lo que se quiera no tiene ninguna traba», dice un investigador de la Dijín.

Fuente:  eltiempo.com

«Pedirle a un portal como Youtube o Facebook -que no tienen una filial en Colombia- que elimine o corrija un contenido es imposible», indica Emmanuel Ortiz, otro investigador de esa Unidad, y quien concluye que todo esto pasa porque la gente, sencillamente, «da papaya».

En el 2007, esa institución emprendió 54 investigaciones sobre denuncias de personas a las que les secuestraron sus cuentas de correo (retuvieron claves o enviaron mensajes a su nombre), o de quienes circulan fotos o videos íntimos de forma malintencionada.

Las denuncias también corresponden a amenazas que llegan a través de correos electrónicos, y hasta de casos de extorsión y chantaje, a cambio de no divulgar alguna información comprometedora.

Cuando hay casos en que se denigra de una persona difundiendo información suya por Internet, la Dijín investiga hasta dar con la persona que ingresó al correo.

Aunque no hay legislación al respecto, asocian los casos a delitos como injuria y calumnia, e inician procesos judiciales.

No obstante, estos terminan, casi siempre, en conciliación o en una rectificación que restituya el buen nombre.

Pese a estar tipificados como delitos, no dan cárcel.

El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) también tiene su Unidad de Delitos Informáticos.

Y aunque se encarga esencialmente de temas que atenten contra la seguridad del Estado, recibe quejas y asume investigaciones de gente del común.

Carlos Alberto Baquero, investigador de ese despacho, afirma que en el 80 por ciento de los casos lo único que se puede hacer es asesorar, pues aunque atenten contra el buen nombre y la honra, no ameritan una investigación.

Además, Baquero tiene una postura contundente sobre las víctimas de acciones malintencionadas en Internet: «La mayoría de videos y fotos divulgadas se logra con el consentimiento de la persona.

Y en otros casos, simplemente es por descuido».

La inseguridad, o mejor, la pérdida de intimidad en Internet, volvió a ser noticia con el caso reciente del futbolista argentino Ever Banega, de quien circula un video non sancto grabado por su interlocutor en un chat.

Solo al escribir su nombre, en Google, salen decenas de páginas que contienen el video íntimo.

En Colombia, el año pasado, fue polémico el caso de una periodista barranquillera, de quien divulgaron un video en el que tiene sexo.

Sandra, una abogada bogotana de 30 años, no ha tenido un solo segundo en paz desde el pasado 20 de abril.

«Ese día mi vida se arruinó», comenta la mujer que, de un momento a otro y como ella lo confiesa, pasó del anonimato al desprestigio.

Las fotos que había guardado en el álbum de su cuenta de correo, en las que aparecía en situaciones íntimas con su ex pareja, estaban de repente en el buzón de cerca de 500 de sus contactos y en cientos de destinatarios desconocidos.

«Me di cuenta de que eso había pasado cuando empecé a recibir mensajes con comentarios como: Te ves muy bien sin ropa».

Alguien -ella no sabe quién- entró a su cuenta personal, revisó las fotos y las envió a la mayoría de correos registrados: familiares, compañeros de trabajo y amigos.

También lo recibió el novio, quien por eso le puso fin a una relación de casi un año.

Lo más duro fue hablar del tema con mi familia, levantar la cara».

Sandra denunció todo ante la Fiscalía, donde, según ella, la mandaron de un lado para otro sin darle ninguna solución.

Finalmente, se cansó de tanto trámite y dejó las cosas así.

«Ya nada puede resarcir mi buen nombre.

Para todo el mundo quedé como si fuera la más vagabunda, y eso no es así.

No soy ninguna actriz porno ni ninguna prepago».

«Un amigo publicista, en Ibagué, me propuso que hiciera unas fotos desnuda para una campaña publicitaria, en la que solo se me vería la silueta.

Yo lo conocía, y por eso acepté.

Pasaron dos años, y la campaña nunca existió.

De repente, empezaron a circular en Internet, todo el mundo las tenía, y me veía claramente.

Me echaron del trabajo, tuve que irme de la ciudad y les causé un dolor terrible a mis padres.

Iba a entrar a la Policía pero me hicieron inteligencia y encontraron las fotos.

Demandé a mi dizque amigo, pero no pasó nada.

«Conocí a un italiano en un chat.

Todas las noches nos conectábamos a la web cam.

Todo iba normal, y él me decía que quería venir a Colombia, que estaba muy interesado en mí.

Pasaron dos meses y me pidió que le hiciera un striptease.

Al principio me negué, pero finalmente accedí.

Al día siguiente traté de contactarlo, y no me contestó.

Y una semana después me llamaron a decirme que el famoso video estaba en Internet.

Qué vergüenza, hasta mi ex marido y mi hijo lo vieron.

El caso llegó hasta la Interpol, pero no pasó nada».

Está de moda el uso de medios electrónicos para desprestigiar a cualquier persona, a un amor del pasado o a alguien que no resulta simpático.

Así lo demuestran portales colombianos como http://www.quegonorrea.com//%22, en el que se puede postular a quienes «han ofendido o traicionado» a los usuarios de la página.

Allí aparecen fotografías de decenas de hombres y mujeres, de edades que van desde los 15 años, acompañadas de textos en los que señalan sus supuestos comportamientos con groserías.

Estudiantes, profesores y gente del común se ven en este portal que, al parecer, fue creado a través de un servidor gratuito de los que abundan en la red.

Ofelia Tejerina, experta en derecho para internautas de España, le dijo recientemente a Efe que la mayoría de estos casos sucede «mediante una ingeniería social», con un culpable en el entorno cercano del afectado.

Es tal el boom del desprestigio ‘on line’ que en Facebook, por ejemplo, existen grupos en los que divulgan las fotos de miembros de esa red social, ridiculizando su aspecto personal.

Incluso, recientemente crearon un grupo dedicado a aquellos que no han querido inscribirse en esta red -muchos por el miedo a perder su intimidad-, que publica sus identidades, con foto y todo.

También han creado grupos para demostrar que todo es público en Facebook, en los que sus usuarios cuentan, entre otras cosas, que a través de este medio descubrieron que eran traicionados por sus parejas o que los pillaron en una infidelidad.

En las Unidades de Delitos Informáticos de la Dijín y el DAS.

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Texto: JOSÉ ALBERTO MOJICA P.
Enlace: http://www.eltiempo.com/vidadehoy/2008-01-20/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3926539.html